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En el corazón de Colombia

Dos semanas, dos ciudades, innumerables impresiones: Nuestro viaje por Colombia nos llevó desde las coloridas colinas de Medellín hasta la vibrante capital, Bogotá. Entre arte callejero, música, café y calidez, experimentamos un país que nos sorprende de nuevo cada día, y llena cada momento de calidez.

¿Cómo fue tu viaje de dos semanas por Colombia?

Dos semanas en Colombia fueron como dos semanas de pura alegría de vivir. Desde el primer día en Medellín, nos dimos cuenta de que este país es diferente. La gente se ríe mucho, baila, simplemente comparte. Hay música en cada esquina y el olor a café y a comida callejera está por todas partes.

¿Qué es lo que más te impresionó de Medellín?

Antes era un lugar de miedo, pero hoy es un símbolo de esperanza, valor y cohesión. Inmediatamente puedes sentir lo mucho que la gente de aquí ama a su ciudad: cada pared cuenta una historia, cada grafiti es un signo de orgullo.

Llegamos por la tarde, cuando el sol se elevaba lentamente sobre los coloridos tejados. Sonaba música por todas partes, los niños jugaban en la calle y se oían ritmos de salsa desde pequeños altavoces. Un grupo de jóvenes bailarines nos invitó espontáneamente a unirnos a ellos, al principio vacilantes, luego riendo y después simplemente uniéndonos.

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«En Medellín, hasta el sol baila, y no puedes evitar bailar con él».

Ignasia Mustermann

Y Bogotá, ¿cómo viviste la capital?

Bogotá era la contrapartida perfecta: grande, cultural, diversa. Paseamos por La Candelaria, escuchamos a los músicos callejeros y descubrimos pequeños cafés en cada esquina. La subida a Monserrate fue un momento culminante: sobre nosotros un cielo dorado, debajo un mar de luces.

¿Qué te llevas de este viaje?

Colombia nos ha demostrado lo que significa realmente la alegría de vivir. Volvimos con una sensación difícil de describir, pero que suena a música, huele a café y se siente como el sol en la piel.

¿Cuál fue tu primera impresión de Colombia?

Para ser sinceros: sorprendentemente pacífico e increíblemente abierto. Habíamos oído muchas historias de antemano, pero el país nos demostró lo contrario. Incluso en el aeropuerto, la gente te sonríe como si fueras de allí. Esta calidez te acompaña desde el primer momento, ya sea en un taxi, en pequeñas tiendas o en la calle. Da la sensación de que Colombia te acoge sin que tengas que hacer nada.

¿Hubo algún momento en el que te sintieras especialmente bienvenido?

Sí, cuando estábamos sentados en un pequeño café de Medellín. La dueña simplemente nos dio su tarta casera «porque te ríes como el sol», dijo. Entablamos conversación y nos habló de su vida, de los momentos difíciles y de las nuevas oportunidades. Este encuentro fue tan sincero que se nos quedó grabado durante mucho tiempo. Fue uno de esos pequeños momentos que son más grandes de lo que parecen, y eso es lo que hace especial a Colombia.

¿Qué es lo que más te ha fascinado culturalmente?

El vínculo entre el pasado y el presente. Colombia es un país que no oculta su historia, sino que la transforma en arte. Las viejas tradiciones perviven -en la música, en la ropa, en la comida- y se funden con la creatividad moderna. En Medellín, vimos a jóvenes artistas pintar sus paredes para mostrar esperanza, no ira. Esta energía es inspiradora y contagiosa.

¿Qué te pareció la comida?

Colombia es una fiesta para todos los sentidos. Los mercados de Bogotá en particular eran increíbles: tantos colores, olores y voces. Probamos algo nuevo casi todos los días y aprendimos que aquí la comida siempre se comparte, nunca en solitario.

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¿Hubo algún momento que supusiera un reto?

Sí, por supuesto. La adaptación constante al clima, el aire de la montaña en Bogotá o simplemente la sensación de estar siempre en movimiento. A veces era agotador, pero eso es lo que realmente hizo el viaje. Había días en que estábamos cansados, pero entonces llegaba una sonrisa, una conversación, una canción… y todo volvía a ser fácil. Colombia tiene la habilidad especial de levantarte de nuevo en cuestión de segundos.

¿Qué habéis aprendido sobre vosotros mismos en este viaje?

Que somos más abiertos de lo que pensábamos. Viajar a un país como Colombia cambia tu perspectiva: aprendes a ser espontáneo, a dejarte llevar, a disfrutar de lo imprevisto. Nos dimos cuenta de que los verdaderos encuentros sólo ocurren si te atreves a mantener la curiosidad. Y que la felicidad suele estar donde no la habías planeado.

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«La diversidad del país es sencillamente increíble: desde el Caribe hasta los Andes».

Ignasio Mustermann

¿Qué te llevas de este viaje?

Colombia nos ha cambiado. Nos demostró que la alegría de vivir no tiene nada que ver con la riqueza o la perfección, sino con la gratitud. Volvimos con el corazón lleno de color y con personas que nunca olvidaremos. Cada risa, cada puesta de sol, cada olor a café nos recuerda lo vibrantes que fueron estas dos semanas.

  • La calidez de la gente que nos acogió en todas partes con los brazos abiertos.
  • La sensación de vivir el momento y simplemente dejarse llevar.
  • La constatación de que la belleza a menudo reside en lo imprevisto.
  • El olor del café recién tostado por la mañana.